Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100422
Legislatura: 1901
Sesión: 27 de Enero de 1902
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 104, 2145-2146
Tema: Política del Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Ya comprenderá el Senado que no es fácil contestar a las siete preguntas hechas por el señor Martín Sánchez, porque en ellas ha abarcado S. S. las cuestiones más graves y más importantes que pesan sobre este país, y no sólo sobre este país, sino desgraciadamente hoy, sobre todos los de Europa y América.

Se ha referido una de sus preguntas a la cuestión social, cuestión pavorosa, cuestión difícil, que no se ha resuelto definitivamente en ningún país, que no está todavía resuelta en el nuestro, y en contestación a esa pregunta, puedo decir a S. S. que el Gobierno se preocupa grandemente de este asunto, que ha presentado ya un proyecto de ley, que tiene preparados otros dos para presentarlos, y que además está excitando el celo de la Junta de reformas sociales para que proponga al Gobierno todas aquéllas que puedan conducirnos a la mejor solución de un problema tan difícil, tan complejo y tan peligroso. Es cuanto puedo decir respecto de la pregunta relativa a la cuestión social.

Otra no menos grave, no menos importante, no menos difícil que ésta, es la referente a la cuestión religiosa. ¿Hay problema religioso, o cuestión religiosa, en este país? No, lo que hay es que, en mal hora, se suscitó esta cuestión, que estaba afortunadamente dormida hacía mucho tiempo, por bien y para bien de todos. Pero sin hacer yo responsable ahora a nadie, y sin culpar a nadie porque se haya resucitado esta cuestión, diré que si bien no hay problema religioso, hay una cuestión pendiente que está ventilando el Gobierno español con la Corte pontificia. Me parece que  no debo entrar en pormenores sobre esta cuestión; añadiré solamente, que va marchando y se va resolviendo esta especie de complicación que ha surgido entre la Corte pontificia y la Corte española.

Otra pregunta de las siete (es muy difícil recordarlas todas), es la referente a la cuestión de orden público, que ha enlazado S. S. con la cuestión social, y ha hecho bien en ensalzarla S. S. con la cuestión social, porque la cuestión de orden público está aquí, como en todas partes, un poco nerviosa, un poco delicada, debido precisamente a esa cuestión social. No hay que achacar a las flaquezas, ni a los errores de los Gobiernos, las perturbaciones que trae el problema social, porque esas perturbaciones nacen naturalmente de las entrañas de una sociedad conmovida e impaciente, y sobre la cual flota una serie de problemas, todos de muy difícil resolución, y a todos los cuales quiere que se atienda en la medida de su deseo.

De manera, que no somos en España los más desgraciados en este punto, porque en otros países, que se consideran mejor gobernados y más poderosos, surgen conflictos muy parecidos a los de España, y aún diré que en mayor escala, en mayor número y más graves. No hay que culpar, repito, a los Gobiernos de los que pasa respecto de este punto, porque los Gobiernos de España, si no todo, hacen lo posible por evitar estas perturbaciones; lo que sucede es que no se ve lo que se evita, y se evita mucho; porque yo le puedo decir a S. S. que habrá habido en España de ocho meses a esta fecha, aparte de huelgas de pequeña importancia, que no entran para nada en este asunto, habrá habido seiscientas y pico de huelgas, que ya es manifestación muy peligrosa y muy dada a perturbaciones del orden público, de las cuales habrá habido diez o doce en las que haya intervenido la autoridad por haberse perturbado el orden público, y todas las demás se han resuelto pacíficamente. Yo, en la estadística que he hecho formar, y que tengo preparada, creo que hemos de salir ventajosamente en la comparación que se pueda hacer en este punto respecto de España con los demás países. No hay, pues, que culpara a los Gobiernos de todas las perturbaciones del orden público que ocurren respecto de la cuestión social.

Relativamente a la cuestión de la escuadra, el Gobierno no puede hacer más de lo que hace. Acaba de nombrar una Junta, en la que toman parte personas competentes, para que proponga al Gobierno el mejor, más oportuno y más económico medio de formar una escuadra que pueda consentir este país, dada su fuerza contributiva, y que pueda atender a aquellas necesidades más imperiosas de la defensa nacional, y yo no puedo decir más sino que vamos a resolver este problema apelando al concurso de todos y del mejor modo posible, a fin de que España tenga aquella escuadra que demanda la de fensa [2145] de sus costas y de sus posesiones, con el menor gravamen posible y en la medida, repito, que la fuerza contributiva del país consienta. Esto es todo lo que puede contestar a S. S. acerca de la cuestión de la escuadra.

En cuanto a la cuestión financiera o económica, tampoco puedo decir más a S. S. sino que el Gobierno procura mejorar en lo que puede los ingresos, y no digo disminuir los gastos, pero por lo menos distribuirlos del mejor modo posible. ¿De dónde se va a sacar el dinero para construcción de la escuadra? Pues lo determinará también esa Junta a que me he referido antes, y con el informe que dé y con los datos y noticias que el Gobierno reciba, procuraremos formar el plan de la escuadra de la manera más beneficiosa para el país.

No recuerdo que haya hecho ninguna pregunta más S. S?. (El Sr. Martín Sánchez: La cuestión regionalista.) ¡Cuando yo digo que S. S. ha tocado todas las cuestiones más graves que hay en este país y puede haber en país alguno! Es muy difícil tocar estas cuestiones tan graves por medio de una pregunta y una sencilla respuesta. Ya sabe S. S. lo que pasó en el Congreso en el debate ocurrido sobre esta cuestión regionalista con los representantes de Cataluña. Allí el Gobierno, por mi conducto, se comprometió a hacer todas aquellas modificaciones en las leyes que quitaran motivo, si no pretexto, a la cuestión regionalista, y allí prometí yo que se pondrían los medios para que la mayor parte de los asuntos que venían a resolverse a las oficinas centrales de Madrid se resolvieran en las provincias, que es una de las quejas que tienen los que se llaman regionalistas. Pues bien, eso es lo que pretendo en la ley Municipal que está presentada en el Senado, y acerca de la cual una Comisión está haciendo los trabajos precisos para dar en su día dictamen. ¿Es que ahí se resuelve el problema tal y como yo creo que debe resolverse? Pues ahí tiene la contestación el Sr. Martín Sánchez. ¿Es que no se resuelve el problema tal como se cree necesario? Pues el Senado tiene en su mano los medios para poder corregir y hacer todo aquello que crea conveniente para la mejor solución del problema, porque como se trata de una cuestión verdaderamente nacional, el Gobierno no tiene más deseo en el asunto que el de acertar en su resolución, y por eso apela al concurso de todos los señores Senadores para resolver esa cuestión como más convenga a la unidad de la Nación, dando satisfacción a todos los intereses y aspiraciones legítimas que pueda haber en Cataluña y en las demás regiones de España.

Creo que no tengo más que contestar a S. S. Si le satisfacen estas contestaciones, me alegraré muchísimo, y si no, puede S. S. anunciar una interpelación, y entonces, con más detenimiento, tomando los datos que sean menester y haciendo un estudio detenido de estos asuntos tan graves, podremos dilucidarlos con más conocimiento de causa.

 



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